Quiero ser usada

Era la noche de los deseos. Ese día en el que, cuál Reina maga, pero de otro reino, recibía cartas con un solo destino, pero con muchas maneras de llegar al mismo.

Era la noche más difícil y más bonita del año. Una vez, tiempo atrás, me atreví a pensar que podía hacerlo, pero ahora sabia que seguro podía. Porque al exponer en aquellas cartulinas esas ganas anónimas de que pasaran cosas y pedir voluntarios, recibí un 100% casi de sí a todo, así que era una cuestión de organización. Tal cual.

Y ese deseo que quizá en otros, muchos, sitios tuviera cierto nivel de osadía, aquí no. Porque nadie, nadie, entendería mal lo que significaba «ser usada».

Significaba entregarse a un grupo de personas tan importante para entender el mensaje que no había nada que temer, sino que sabía que en su anhelo, estaba anhelando y anhelando. Sé que todos los que lo usan lo hacen por autocomplacencia, oh sarcasmo.

Pero es inevitable que nos amemos demasiado como para privarnos físicamente de ese afecto. Somos cuerpos enamorados, sensibles, extasiados por encontrarse.

Entonces, esta mujer menuda y frágil se desnudó, se amarró y se jodió. Una, dos, tres, x personas vinieron a su dormitorio para hacerlo. Usa su felicidad para ti. Finalmente, le pregunté qué pasó y me dijo: no sé.

Mientras me acostaba, nerviosa, solo por unos segundos, sentí algunas manos y no tenía idea de cuánto cuerpo se frotaba contra mí. Al principio quería diferenciar el cuerpo jajaja si los conocía a todos, pero el olor es mixto y la ceguera es confusa y la ceguera no te da tiempo a pensar porque cierras los ojos cuando sientes un beso en la boca Luego desapareció , y había otro... ya sabes, porque sus besos eran diferentes, ya la vez, eran muchos más. ¿Cuántos? No sé... hay digitaciones, apretando las tetas, hasta los muslos, etc., otros todavía están por ahí...

No sé qué pasó porque pasaron muchas, muchas cosas. No sé quién me toca, ni quién ni qué, mi alegría se confunde porque es muy, muy...

Ni idea de quién pasó, ni idea de quién me mordió, me chupó, tenía una, dos, tres lenguas, supongo que por la humedad, ¡pero también podrían ser trapos de cocina! No sé quién lo introdujo, no sé qué hay en mi coño, son dedos, pollas, juguetes... No sé cuánto tiempo, no sé cuántas veces grité. , gimió, se agitó, No estoy seguro si realmente quiero eso.

No sé nada, de verdad. Me dijo (horas después) que se había estado escondiendo en su pijama y que tenía un olor sexual.

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"Entonces, ¿te gusta tu deseo?" Le pregunté a su historia con preocupación.

Me miró seriamente, perdió la vista, suspiró y se estremeció. Sí, maldita sea, maldita sea, demasiado.

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